Distancia (km) | 62 |
Ascenso acumulado (m) | 2172 |
Cota máxima (m) | 1491 |
Duración total | 8:54 |
Tiempo en movimiento | 7:14 |
Lugar de inicio y final | Entrambasmestas |
Dificultad | Muy Alta |
Fecha | Ago 2014 |
Época recomendada | Verano |
El desconocido poblado pasiego de La Marruya, ya abandonado, sorprende por su situación en la cresta de la Cordillera Cantábrica a 1400 metros de altura. Tanto, que se le ha llamado por algunos excursionistas el “Machu Picchu” Cántabro, en modesta comparación con el original por lo complicado del acceso. No hay pistas para el acceso rodado y solo el pedregoso sendero que recorre la cresta de la cordillera en esa zona nos anima a acercarnos. Sería interesante conocer la historia de este poblado que suponemos se habitaba solo en verano, ya que en invierno la zona está cubierta por una espesa capa de nieve.
Iniciamos la ruta en Entrambasmestas por la carretera que sube hacia Vega de Pas. En poco tiempo nos desviamos a la derecha por la pista que sube a Busnuevo, que ya hicimos en la ruta 110. Es una subida de pendiente sostenida, por una zona boscosa. Al llegar arriba se abre ante nosotros un paisaje con cabañas pasiegas. La pista sigue por la cresta hacia el Sur, pero hay que estar atento para no continuar por ella en su descenso hacia Aldano. En lugar de ello debemos seguir recto por la cresta, siguiendo las rodadas que nos van llevando hacia las praderas de Corba. Desde allí hay que seguir las rodadas que en ascenso nos llevan al collado de Bustrafades, donde hay un bonito alineamiento de cabañas pasiegas y hermosas vistas de varios de los valles.
En el collado tomamos las rodadas que ascienden a la cumbre del Coto Alisas. Allí iniciamos un bonito descenso siempre hacia el Sur. Al llegar a la carretera subimos hacia el puerto de la Matanela y desde allí giramos a la izquierda para subir por un empinado cortafuegos hasta el parque eólico. Siguiendo la línea de molinos podemos ir contemplando espléndidas vistas del valle y en poco tiempo descendemos hacia la carretera, que atravesamos para seguir por la pista hacia el parque eólico que se ve al Este, el de la Peñuca.
Ascendemos por la pista hacia el parque eólico y luego continuamos por la línea de molinos en un recorrido muy bello por la cresta de la cordillera. Las vistas son impresionantes. Abandonamos la anchísima pista del parque eólico antes de llegar a los dos últimos aerogeneradores, para continuar por la cresta a través de un sendero que nos lleva primero al Cotero de Senantes y luego al Cotero, punto más alto de nuestro recorrido.
Desde el Cotero el descenso en línea recta tiene excesiva pendiente y por ello elegimos dar un rodeo descendiendo primero en dirección Sureste, y girando poco a poco hacia el Noroeste para llegar de nuevo a la cresta, surcada por un estrecho y pedregoso sendero. Debemos hacer buena parte de este rodeo andando, por lo roto del terreno. El sendero que encontramos en la cresta también es muy poco ciclable.
La cresta nos lleva en dirección Nordeste hacia el Colladillo de Hollado, desde podemos contemplar ya una buena vista del poblado de la Marruya. Seguimos hasta el poblado empujando la bicicleta y al llegar a él paseamos un rato entre las ruinas de las cabañas pasiegas alineadas sobre la cresta de la cordillera. Es asombroso pensar que aquí pudiese haber habitantes, viviendo en un lugar tan inaccesible y en condiciones tan duras.
Después de estar un rato en el poblado seguimos hacia el Este, hacia la cumbre de Matas del Pardo que se ve a lo lejos. En la cumbre comenzamos el descenso, ahora sí, ciclable. Al principio descendemos por un sendero y luego por rodadas que se convierten en una pista. Pasamos por el pueblo de Pardo y descendemos finalmente hasta la Espina, ya en la carretera general.
Alcanzada la carretera debemos ascender un par de kilómetros hasta el puerto de Estacas de Trueba. Después de admirar la hermosa vista del valle iniciamos el largo descenso por la carretera, primero hasta Vega de Pas y finalmente hacia Entrambasmestas. Ha sido una ruta larga, con bastantes tramos de portear la bicicleta, pero de gran belleza y que nos ha acercado a conocer un poco más las formas de vida de los habitantes de los valles pasiegos.